Laguna Negra

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Leyendas de Merida

Mérida es rica en mitos y leyendas, tanto de origen indígena como las creadas a través de los tiempos por los campesinos del páramo....

La Trampa

Lugar sagrado, escondido entre las nubes, refugio de indios, tribus de los Mucuúnes, Jamuenes, Casés, y Quinaroes, habitantes alrededor de la Laguna de Urao...

Gastronomía merideña (historia y evolución)

La comida merideña consta de gran variedad de delicias gastronómicas de singular preparación...

Historia y herencia cultural

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19 ago 2013

La Sierra Nevada y su mención en los documentos coloniales

Autor: Rubén Alexis Hernández A.
Historiador

En días pasados fuimos testigos de unas impresionantes nevadas en las cumbres más altas de nuestros Andes, siendo privilegiados al contemplar un fenómeno climático cada vez más raro en los paisajes merideños. Picos como el Bolívar, el Humboldt, el Pan de Azúcar, El Toro y el aún llamado por algunos como El Águila, fueron cubiertos una vez más con el hermoso manto nival que deleitó los sentidos de propios y extraños; las nevadas cayeron con más intensidad en el Collado del Cóndor y en la Sierra Nevada, especialmente en las cimas que, bautizadas por Tulio Febres Cordero como las Cinco Águilas Blancas, aún hacen honor a esta denominación.
 

Ya que hicimos mención de la Sierra Nevada, valga el presente artículo para exponer en parte algunas de las primeras referencias escritas sobre este conjunto orográfico, fechadas entre los siglos XVI y XVII. Si bien es probable que el término nevada fuera empleado por primera vez antes del ingreso de los conquistadores españoles en los Andes merideños, sólo disponemos de referencias posteriores a la “fundación” de la ciudad de Mérida: Relatos de cronistas, descripciones de visitadores, autos de Población, entre otras. 

Aquí transcribimos un extracto de dichas referencias: 

1. “Y por estos justos respectos quiso enviar antes de poblar a Juan Esteban el valle arriba que llegase hasta el paraje de la propia Sierra Nevada y viese y considerase las poblaciones que en comarca de ella había, y si la tierra desde allí adelante daba demostración de ir poblada, porque a esta sazón Juan Rodríguez y los demás españoles estaban apartados del paraje de la Sierra Nevada, casi hacia el poniente, poco más de cuatro leguas” ( El cronista Pedro de Aguado sobre una expedición de los hombres de Juan Rodríguez Suárez, con punto de partida en el sitio de la primera “fundación” de Mérida, y punto de llegada en una zona que consideraran más apta para reasentar a esta población). 

2. “El sitio donde hoy permanece la ciudad de Mérida con este nombre, por habérsele perdido, como dijimos, el otro, es un valle que corre algo pendiente Norte Sur, a sesenta y dos grados y dos minutos de longitud del meridiano de Toledo, y seis de latitud al Norte, entre dos quebradas, la una llamada Albarregas y la otra Chenca (por decir Chama), que mejor se le dirá caudaloso rio que se origina desde los páramos de Cerrada y va recogiendo las más de sus aguas de las Sierras Nevadas a cuyo pie está este valle de la ciudad” (El cronista Pedro Simón describiendo a Mérida, primeros años del siglo XVII). 

3. “Resguardo. Y para que todos los dichos yndios y las yndias pobres y huérfanos ylos demas de los dichos repartimientos de Tabay Aricaguas Tatey Mucaria y Valle de los Alisares que asi se mandan poblar y reducir a la dicha nueva poblacion y sitio de Tabay tengan tierras utiles y de labor suficientes y fertiles para sus labranças particulares de año y vez y de comunidad y para sus plazas egidos propios pastos y valdios y criança de sus ganados y arboles frutales rraizes y legumbres les da y desde luego les señala y adjudica por resguardo todas las que ay desde la punta del arcabuco que baxa del paramo de las sierras Nevadas sobre la quebrada que llaman Mucutubague (…)” (Señalamiento y adjudicación de tierras de resguardo a los indígenas del Pueblo Nuevo de Tabay, en Agosto de 1619). 

4. “(…) por la qual en nombre del Rey nuestro señor y por virtud de sus poderes que para ello tengo encomiendo en bos el dicho Bartolome Yçarra los dichos dos repartimientos de yndios del apellido de los nebados en el valle de las acequias y de la quebrada de los vizcainos de mucusnumpu que el dia de oy unos y otros seran treynta yndios con sus familias y sus anejos y pertenecientes que asi vacaron por muerte del dicho Juan de Bergara y despues por pribacion del dicho Andres de bergara ya difunto (…)” (Mención, en la década de 1630, de la población conocida hoy día como Los Nevados; el topónimo se aplicó en honor a la Sierra Nevada).

5 ago 2013

Notas históricas sobre San Juan de Lagunillas

Por: Rubén Alexis Hernández
Historiador

Valga el presente escrito a propósito de las festividades en honor a San Juan, llevadas a cabo en distintas partes de Venezuela, y con el 24 de Junio como día central. 
 
 El pueblo conocido actualmente como San Juan de Lagunillas, capital de la parroquia del mismo nombre (municipio Sucre, estado Mérida), se ubica a unos 25 kilómetros de la ciudad de Mérida y a unos 1.059 metros sobre el nivel del mar; se caracteriza geográficamente por tener: un clima cálido y seco, relativa escasez de agua dulce, vegetación xerófita, entre otros aspectos. Fue ocupada por diversos grupos humanos desde mucho antes de la llegada de los españoles, tal como otros tantos sitios en los Andes merideños. En este contexto exponemos algunas notas que consideramos pertinentes para comprender el pasado y presente socioespacial de esta población merideña. 

 1.- Durante el periodo prehispánico la zona, cercana a Zamu o Jamun, (actual Lagunillas e importante núcleo social y religioso de la época), estuvo habitada por una relativamente numerosa población indígena, concentrada en el pequeño valle que sirve de asiento al San Juan de hoy, y en otras superficies planas o semiplanas en los alrededores. Su existencia se fundamentaba en un modelo socioproductivo comunitario; las viviendas eran bohíos de forma circular, elaborados con materiales como piedras, madera y paja; su subsistencia dependía básicamente de la agricultura, de la cría de algunas aves y de frutas silvestres como piña, aguacate, guayaba y otras; había una interacción armónica con los distintos componentes medioambientales, fenómeno que se reflejaba en el sistema mágico-religioso. 

2.- En las cercanías de lo que hoy día es San Juan fue asentada por primera vez la Mérida colonial: “(…) y en aquel propio sitio donde estaba alojado, que es casi la última parte de la Lagunilla, yendo hacia la Sierra Nevada, pobló un pueblo con sus ceremonias acostumbradas, al cual llamó la ciudad de Mérida (…)” (Fray Pedro de Aguado, “Recopilación historial de Venezuela”). Posteriormente Mérida fue trasladada en dos oportunidades, hasta su ubicación definitiva en el actual casco central de la ciudad andina. Con la llegada de los colonizadores hispanos al continente americano se implantaron una serie de estructuras, y el área de San Juan no fue la excepción. Pronto los europeos sometieron a los indígenas mediante la Encomienda y la evangelización, y los obligaron a ser fieles al rey de España y a servir al sistema colonial como mano de obra y como tributarios. 

3.- De acuerdo a ciertas ordenanzas de poblamiento, los indígenas sometidos debían ser concentrados demográficamente en forma de pueblo de españoles, para facilitar de esta manera su control y su adoctrinamiento cristiano. Durante muchos años los naturales del lugar aquí reseñado estuvieron agregados administrativa y territorialmente a Lagunillas, hasta que el 27 de Julio de 1674, por limitaciones espaciales, se ordenó su regreso a la microrregión de San Juan (Edda O. Samudio A., “Los Pueblos de Indios de Mérida”). Aparentemente el año en cuestión representó el origen del topónimo San Juan, si bien no era de Lagunillas sino de Mucuhun o Mucujun. 

4.-Para la segunda mitad del siglo XVIII, San Juan era, desde el punto de vista eclesiástico, un curato, y su economía y subsistencia dependían del cultivo de caña dulce, cacao, algodón, yuca y cambur. La importante producción de caña en San Juan estimuló el surgimiento de numerosos trapiches allí, cuya presencia aún es relevante, siendo sus panelas comercializadas y consumidas en todo el estado Mérida y otras partes de Venezuela. También destacaba la cría de ganado, en especial del caprino, aprovechándose las condiciones geomorfológicas y biogeográficas de la zona. Habitaban unos 100 indígenas y unos 40 vecinos (“blancos”). 

5.-La llegada del periodo republicano no significó grandes cambios para San Juan. Hasta la construcción de la carretera Trasandina y de la carretera Panamericana, fue una localidad ajena en cierta medida a las transformaciones que progresivamente se daban en una Venezuela independiente de España, pero vinculada cada vez más al capitalismo global, y por tanto con la necesidad de modernizarse en un sentido general. Aún en el presente, San Juan conserva algunos rasgos del pasado colonial, e incluso de la etapa prehispánica. Estos rasgos se aprecian, por ejemplo, en la presencia de edificaciones en base a tapia, piedras y madera, y en la trascendencia de algunas creencias religiosas. 

6.- Hoy día San Juan es la segunda parroquia con más población del municipio Sucre; su economía aún depende en buena medida del cultivo de la caña dulce y su procesamiento; se comunica por carretera con Lagunillas y Jají; y destaca la presencia en el lugar de un Jardín Botánico de la Universidad de Los Andes, y del CEPRA (Centro Penitenciario Región Los Andes).

Imagen : http://bitcoraymemoriasblogetmmoires.blogspot.com

22 jul 2013

Tulio Febres Cordero y la radical Mucu

(A 75 años de la muerte del escritor merideño).
Por  Rubén Alexis Hernández A.


En los Andes venezolanos, y específicamente en el estado Mérida, hacer referencia a Tulio Febres Cordero es hacer referencia de andinidad. Y es que este personaje, uno de los principales escritores de finales del siglo XIX y primera mitad del siglo XX en Mérida, ha sido bien conocido por identificarse como merideño tradicionalista de pura cepa y por ser de los pocos en estudiar a Mérida en un contexto polifacético. Entre otras cosas, Febres Cordero se interesó por la lingüística indígena, dentro de la que destaca su abordaje de la nomenclatura geográfica como herramienta efectiva para el estudio de las antiguas lenguas merideñas. 

En el presente escrito queremos destacar el interés del merideño por la radical (raíz lingüística) Mucu, presente en numerosos topónimos de Mérida: Mucurubá, Mucuchíes, Mucutuy, Mucujepe, Mucuchachí (centros poblados), Mucubají (laguna), Mucujún (río), Mucupiche (páramo), entre otros. Considérese, en primer lugar, que Febres Cordero al notar la abundancia de onomásticos contentivos de Mucu, elaboró una lista con más de 100 nombres de “pueblos, ríos, territorios, quebradas, alturas, lomas, cañadas y sitios determinados” (“Procedencia y lengua de los Aborígenes de los Andes venezolanos”, p.38), e hizo referencia a un área etnolingüística caracterizada por el predominio de dicha raíz. A partir de aquí el escritor andino abordó diversos aspectos de la radical en cuestión, particularmente su morfología y su significado. 
 
 En primer lugar Febres Cordero advertía que Mucu sólo era una forma aproximada de plasmar, por medio de la escritura, una voz indígena bien común desde el periodo prehispánico. En este sentido tanto la radical Mucu como otras tantas voces indígenas transcritas por los colonizadores, sufrieron, de acuerdo a Febres Cordero, un proceso continuo de “corrupción” lingüística, como consecuencia, en gran medida, de la variopinta percepción fonética por parte de los escribanos. Tengamos en cuenta que nuestros indígenas no manejaron la escritura tal como la conocemos, siendo fundamental el lenguaje oral para la transmisión del pensamiento: “Uno de los escollos de la recolección de voces entre los indios (...), está en la corrupción de su lenguaje por la mezcla con el español, ora sea porque adulteren el indígena, introduciendo en él elementos fonéticos de Castilla, ora porque alteren los vocablos castellanos hasta el grado de hacerlos aparecer como indígenas (...)” (“Procedencia y lengua…, p. 23). 

En el caso de la raíz Mucu, Febres Cordero apuntaba que también pudo haber sido transcrita como Moco, Muca, Moque, Moca, entre otras grafías con un sentido fonético similar o muy parecido, al menos para el escritor. De manera que en este apartado el merideño incluía a nombres geográficos de Mérida como Mocomboco, Mocoguay, Mocochopo, Moconoque, Mocotíes, Mocotoné, Mocao, Mocaquetá, Moquey y Moqueo, algunos de ellos ya referenciados durante el periodo colonial, y vigentes en el presente socioterritorial andino. 

En cuanto al significado de Mucu el escritor merideño, apoyándose en los planteamientos de antecesores como el zuliano José Ignacio Lares, y en un poco de imaginación propia de novelistas y cuentistas, llegó a una conclusión un poco contradictoria y por tanto lejos de ser concreta, cuando señaló que desconocía el significado exacto del término a la vez que aseguró describía un sitio o lugar cualquiera, tal como puede verse a continuación: “ (...) dicho también moco, voz muy común al principio de las voces territoriales en torno de las Sierras Nevadas de Mérida principalmente (...) A la verdad, no podemos aseverar qué significa aisladamente mucu (...) Es indudable que tal raíz expresa la idea de sitio o lugar (...)” (“Procedencia y lengua de los Aborígenes…”, pp. 31-32). 

Curioso resulta que en nuestros días numerosos merideños creen efectivamente que Mucu significa lugar o sitio, a pesar de las dudas que al respecto expresó el mismo Tulio Febres. En este orden de ideas pensamos que también es importante tener en consideración los planteamientos que sobre la raíz Mucu han sido expuestos por otros estudiosos del pasado indígena en Mérida, valiosos de una u otra manera. Y aún así, al día de hoy sigue sin saberse a ciencia cierta al menos la grafía “correcta” de esta radical, y por tanto es evidente que se hace necesario continuar con la evaluación de un aspecto relevante no sólo desde el punto de vista lingüístico, sino esencial para el conocimiento íntegro de los antiguos pobladores de lo que hoy día es el estado Mérida.